Hola. La gente no cuenta las batallitas de sus viajes como antes. A mi, personalmente, era lo que mas me gustaba de estos foros. Yo sigo con el mio.
DIA 9 DE AGOSTO DE 2013. ETAPA 7ª: DESDE NOUAKCHOTT AL PASO DE DJOUK.Los desayunos del hotel “El Amane” empezaban a servirse a las 07.00 h. Como esa hora local correspondía a las 09.00 h. española, y yo solía despertarme antes, me presenté el primero en la terraza. La Negra que llegó después arrastrando los pies vestida de colores y con un palo en la boca limpiándose los dientes acababa de despertarse también. Vestía un “bubu” de colores y se adornaba con un peinado de trenzas artificiales. Gastaba unos labios sensuales y un culo de quitar el hipo; el tipo que tenían las Negras que empezamos a encontrar a partir de Nouakchott solía ser espectacular. ¡Las jóvenes, porque las mayores se ponían gordas enseguida!. Y es que la belleza local consistía en estar rellenitas. Allí, “una flaca” era “una pobre chica”.
Los compañeros empezaron a bajar a desayunar poco a poco. No teníamos “orden de salida” y cada cual iba a su ritmo. El único horario en el que nos habíamos puesto de acuerdo todos para hoy era llegar al “Control de Paso nº 12” a las 19.00 h. en el Paso de Djouk, a unos 550 kms. de “Ruta de la Esperanza”, es decir rumbo este hacia el interior de Mauritania. Por ejemplo, realmente yo no sabia a que hora saldrían los compañeros que habían ido a dormir al “Albergue Le Sahara”... En ese momento tampoco sabia donde estaban los tres motoristas polacos: Luego me enteré de que antesdeayer no habían podido atravesar la frontera después de nosotros; parece ser que a la Policía se le había estropeado el sistema informático justo después de que pasáramos todos los coches, y las tres motes se habían quedado “atascadas”. Habían tenido que dormir en el Puesto fronterizo y pasar a la mañana siguiente. Así que ayer se habían metido en las pistas del Parque “dándole al mango” para alcanzarnos atravesando sus 470 kms. de una tirada y…¡habían roto dos de las tres motos!. Y eso que llevaban tres buenas maquinas; una KTM 690, una BMW 800 y una BMW HP2 muy bien preparadas... ¡Pero el Sahara es despiadado para quien quiere medir sus fuerzas con él…!; si tu vas a rodar por allí “al limite”, el “Dios Sahara” te eleva su listón hasta un nivel inalcanzable. Al Sahara hay que tratarlo con infinito respeto y no ir allí a forzar ninguna situación.
El Nissan Patrol de “Los Zorros” y los dos vehículos de los “DS Coordinators”, la furgoneta Volkswagen y el Peugeot 505, salimos a las 09.00 h. Paramos a hacer las ultimas compras de pan y fruta en la larga avenida que pasaba detrás del aeropuerto y salía de la rumbo este. También rellenamos los depósitos. ¡Uno no se podía meter por “La Esperanza” impunemente!. Aquella carretera había sido construida con mucho sacrificio a finales de los 90 para sacar de su aislamiento a las remotas regiones del sur-este, de ahí su precioso nombre: “LA RUTA DE LA ESPERANZA”. Desafortunadamente había sido construida a la medida del Gobierno mauritano y de las regiones recorridas; pobremente. Una pobreza literal, desprovista de toda connotación despectiva. Era falta de medios materiales, no humanos ni espirituales; cuando faltan estos la llamaríamos miserable, pero no era el caso.
En el sur mauritano había pobreza pero también mucha humanidad y riqueza espiritual. Lo pudimos comprobar a medio día: Tras superar cuesta arriba y cuesta abajo el mar de dunas de Trarza con el que nos habíamos topado por sorpresa justo al salir de las ultimas casas de Nouakchott, un paraje de dunas imponentes de 200 kms. de largo, y rodando por las llanuras infinitas de El Abiod nos calló encima el medio día. Podríamos decir que nos pisó. El sol se plantó exactamente encima nuestro e hizo desaparecer todas las sombras. Su luz lo iluminaba todo excesivamente. ¡Estábamos circulando en la matriz de una estrella!. La temperatura subió en flecha hasta los 45 o 50 grados. En un momento dado vi aparecer por el retrovisor el Toyota Land Cruisser rojo de “jeepep”, que se quedó rodando detrás. Como era mediodía y había que parar a comer buscamos alguna sombra. Imposible. Entonces vimos unas jaimas de nómadas maures que parecían flotar por encima del desierto.
La estrecha sombra de las primeras nos dieron envidia, las segundas nos dieron la idea y nos detuvimos junto a las terceras que vimos unos kilómetros mas allá. Allí solo encontramos mujeres y niños, y un anciano ciego recostado sobre unas esterillas. Eran tres construcciones de palos largos y delgados clavados en el suelo de arena a unos dos metros de distancia unos de otros, dispuestos en forma rectangular, seis a la derecha y seis a la izquierda. Los palos, que eran las pilastras de la construcción, se curvaban en sus extremos y se ataban dos a dos con cuerdas de cortezas formando arcos altos de unos 2 metros. Las seis se cerraban a dos alturas, unas abajo con palos atados por dentro a unos 30 centímetros haciendo de capitel inferior, y otras a tope arriba. Entre los seis capiteles inferiores se tendían palos atados que hacían de vigas. Entre los superiores se tendían pares separadas entre sí. Hecho así el forjado se echaba el suelo con mas palos atados transversalmente a las vigas, y se cubría con esterillas. El cielorraso se hacia directamente con pieles de animal, que por el tamaño supuse que eran de vaca o de camello. Cuando llegamos solo tenían abiertas dos de las casas. La tercera estaba cerrada.
Detuvimos los cuatro coches a una respetable distancia de unos 20 metros para no llenarles de polvo, bajamos despacio, sin las cámaras de fotos, y nos acercamos andando. Saludamos con las palmas de las manos levantadas porque allí era costumbre no tocar nunca a las mujeres ni para darles la mano y porque nadie hablaba francés, y nos sentamos a su lado en la sombra, sencillamente. Y esperamos a que nos preguntaran. Como nadie entendía lo que decía el otro grupo, entonces nos limitamos todos a sonreírnos mutuamente. Pasó un rato. Finalmente fue un niño, Mustafá, quien rompió el hielo y empezó por darnos las manos a todos mientras nos pedía las gafas de sol, las camisetas, los gorros y las zapatillas con desparpajo. Chapurreaba algunas palabras en francés. Habría ido a la escuela… Le explicamos que queríamos una sombra para comer, él se lo dijo a una señora mayor que parecía ser la jefa, y esta asintió sonriente. Nosotros les señalamos que no queríamos molestar allí, donde estaban tumbados ellas y el anciano, y les hicimos señas para que nos permitiesen ocupar la tercera casa, la que estaba vacía. Lo entendió perfectamente porque se levantaron todas, se fueron a ella, desataron las pieles del techo, las desplegaron y las extendieron sujetándolas con vientos y piquetas, que levantaron con palos que sacaron de debajo del suelo. ¡Y de repente, como por arte de magia, nos encontramos sentados al abrigo, protegidos acogedoramente en medio de aquel erial!. ¡Fue sorprendente!. Es francamente inexplicable como el ser humano sabe construir un abrigo a su medida en cualquier condición natural. Es la naturaleza humana. Cuando sacamos nuestros utensilios y cocinas de gas, y nos pusimos a cocinar un arroz y unos espaguetis, entendieron que debían retirarse ellos solos, se fueron y nos dejaron tranquilos cocinando y comiendo solos. Luego, cuando nos verían terminar, volverían con curiosidad otra vez, los primeros los niños, Mustafa y sus hermanos.
Fue sorprendente como nos acogió aquella gente; imaginaros que estáis en casa, pasan unos desconocidos por la carretera, se paran, saludan y se quieren meter a comer en el salón…; ¿qué haríais vosotros?. Aquellos nómadas maures nos demostraron respeto pero no miedo. ¡No tenían nada!, ¿que les íbamos a robar…?. Si fuésemos a atacarles no podrían defenderse, ¿ qué iban a hacer?, ¿salir corriendo por aquella llanura infinita…?. Pero además es que enseguida, después del respeto inicial, se mostraron amistosos con nosotros. Lo único que tuvimos que hacer fue pararnos allí sin miedo a ellos, tratarles con respeto no molestándoles, sencillamente sentándonos tranquilamente juntos.
La verdad es que entre nosotros, los Blancos que me estáis leyendo estas batallitas, y África Negra Occidental es lo mismo siempre: Primero hay que vencer el miedo que, normalmente, tenemos a ese mundo desconocido y lejano. Luego hay que ir allí con sencillez intentando “no levantar polvo” para no molestarles: ¡Es difícil no molestarles si vamos con unos medios materiales espectaculares!, con grandes coches modernos llenos de extras, radios, antenas, faros, portaequipajes cargados, bidones con decenas de litros de agua o carburante, “winch”, tiendas de campaña y otros artefactos, los grandes camiones camperizados o las motos de gran cilindrada modernas, relucientes… Todo eso les parece estratosférico, no lo ven nunca, y no lo tienen y nunca podrán tenerlo. ¡E íntimamente les molesta cuando tu llegas a su campamento, a su choza o a su poblado de casas de barro y techos de paja cargado con todo eso!. Ellos, que solo tienen unos palos, unas esterillas, unos asnos, un ajuar de cocina de barro cocido, van medio desnudos y no llevan zapatos… Yo estoy casado con una mujer Negra y ella, que siempre ha vivido allí y es muy africana, me lo ha dicho muchas veces cuando vamos de viaje: Les molestamos con nuestra superioridad material. Eso es así.
Y molestando a la gente es difícil que os salga bien un viaje por África Negra. Si finalmente os animáis, ir con pocos medios, con poco “aparato” y con modestia será garantía de éxito. ¡Ademas es que el presupuesto se pone al alcance de cualquiera!. Es mucho mejor ir no demostrar excesiva superioridad en cuanto a medios de vida. Yo estoy acostumbrado a las preguntas de viajes a África sobre velocidades, tramites administrativos, bellezas naturales y esas cosas. Pero sé que lo mas importante que hay que programar para que un viaje por África Negra Occidental salga bien es ir viajando con unos medios que estén a la medida de los países visitados. Igual que no tiene sentido irse de viaje a Europa Central conduciendo uno de aquellos viejos Peugeot o camionetas Mercedes africanas desastradas que se ven circulando por África sin luces, sin frenos ni ventanas, con neumáticos sin dibujo rodando a 60 kms/hora, tampoco tiene sentido irse a las carreteras desfondadas y a las pistas de África del Oeste con supercoches de 200 CV., antenas parabólicas y luces de platillos volantes. ( Es una forma de explicarse…) ¡No hace falta dormir o comer allí igual de bien que vives en tu casa en Europa!.
Uno puede ir deprisa o despacio, con “Carnet de Pasaje en Aduana” o sin el, con los Visados hechos o por hacer, durmiendo al aire libre o en hotel, comiendo en restaurantes o cocinando, lejos o cerca, con un Toyota, un Mercedes o un Peugeot sea 4x4 o 4x2, viejo o moderno, sabiendo hablar francés, ingles o mandinga… ¡¡Es igual!!. Lo principal para que un viaje a África salga bien es ir con respeto y sin miedo a los africanos, sin agresividad, sin prepotencia y sin alardes de superioridad. Luego, los problemas que suergen siempre los vas solucionando sobre a marcha con ayuda de los locales.
Bueno. A lo que vamos.
Después de comer, cuando recogimos las cosas, volvimos a despedirnos levantando las palmas de las manos. Pensando a ver como les pagábamos su acogida, ¡algún regalo había que hacerles!, se nos ocurrió darles uno de los tres toldos para la lluvia que teníamos. Cuando extendimos la arpillera azul impermeable de 7 x 5 mts. los ojos se les salían de sus orbitas y las caras se iluminaron de una inmensa sonrisa. Les gustó. Era muy práctico para ellos, ahora que llegaba la “Época de Lluvias”. Quedamos todos como amigos. Cuando regresaríamos dos semanas después pararíamos allí intentando volver a verles, pero no los encontraríamos; habían levantado el campamento e ido a algún otro lugar de su desierto…
Por la tarde separamos nuestro pequeño grupo: “Jeepep” y “los zorros” se fueron por delante rodando mas deprisa. “kokito” y nosotros rodamos por detrás a unos 110 kms./h. por las rectas interminables de aquella inmensa llanura, Sin embargo, a la hora u hora y media alcanzamos el Nissan Patrol de “los zorros”. Estaban arados en la cuneta, y debían llevar tiempo porque habían colocado el triangulo de seguridad y se habían puesto los chalecos reflectantes. ¡Habían roto la bomba de inyección de su motor “Perkins”!. Increíble, un “Perkins” roto… Era la primera vez que yo lo veía en 30 años.
Gonzalo nos contó que el coche lo había comprado hace poco en el Aeropuerto de Melilla, y que le había salido barato precisamente porque tenia la inyección rota. Pero lo había arreglado cambiándole un reten, sencillamente. Desafortunadamente el reten de repuesto no había sido el original, ¡y se había vuelto a romper!. Vaciaron el carter de aceite, que se había inundado de gasoil, repusieron gasoil nuevo, arrancaron y salieron rodando rumbo oeste de regreso a Nouakchott. Luego nos enteraríamos de sus aventuras; habían vuelto a inundar el carter un poco mas allá, contratado un taxi Renault 21 para que les remolcara de regreso a la capital 300 kms., reparado la avería tres días después, y regresado directamente a Melilla con el rabo entre las piernas, fastidiados. – “¡Mala suerte, cagoentóooo…!”. Ya veremos si lo vuelven a intentar el próximo año.
Finalmente pernoctamos en el Paso de Djouk. ¡Ya llevábamos cuatro bajas, las tres motos y el Nissan!. Las cosas no se estaban poniendo fáciles en esta Edición…
Mañana mas batallitas. Saludos.